martes, 24 de febrero de 2009

Bitácoras del exilio [2]

Día 3:
Ya superado el jet-lag, comenzó la ardua tarea de forzar la entrada de 67 páginas tamaño A4 en un lapso de 3 días en el escaso espacio libre que queda en nuestros cerebros. Además, la pantalla se incrusta impiadosa en las retinas del grupo, voluntarioso y preguntón. La cabeza empieza a crujir, los estómagos se quejan y las pelucas se despeinan.
A la salida del curso, el vientito proveniente del río nos obliga a buscar cobijo. Ya es el fin de la temporada estival, y se está empezando a sentir.
En un apartado familiar, quien les habla tuvo la posibilidad de concretar una reunión con mi hermana. De una forma de ser completamente diferente, su espíritu independiente no la ata a ningún compromiso protocolar, por lo que tuve que prescindir de la guardia armada y el traslado en limusina blindada. Puestos al día con nuestros respectivos currículos, nos tomamos una Estela Artuá y comimos algo livianito al pie del monolito céntrico.
Del curso, ya no me acuerdo nada y no creo que sea capaz de poder hacer una transacción correcta. No importa. Pagarán por ello mis contribuyentes.
Correspondencia confidencial para los Ciudadanos.

3 comentarios:

  1. Si levantabas la vista hubieras visto la ventana de mi estudio.

    Abrazo

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  2. Una cerveza helada hace olvidar cualquier cosa...

    besotesssssssss

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  3. Lux, haceme señas la próxima vez. La semana que viene vuelvo y te cobro la cerveza que me prometiste.
    Abrazo!

    Blondita, es cierto, sobre todo cuando uno se excede con la medida!
    Besos!!

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