martes, 25 de diciembre de 2012

Fotografía del presente

Podés estar saltando, gritando fuerte, llorando a mares, riendo a carcajadas; tal vez nadando en aquel tanque, pasándola bien, pescando en un lago del sur, creando arte, trabajando a destajo. Pudiste estar haciendo cualquiera de esas cosas y lo seguís haciendo en la imagen que hoy reposa frente a mis ojos.

Podés estar simplemente mirando el lente de mi cámara para quedar impreso para siempre. Y eso te transporta, inmutable y raudo, del pasado que te albergó a este presente lejano en que te recuerdo.

En su naturaleza de evocar en quietud insoslayable la fotografía crea movimiento, imagina aromas, supone sonidos, piensa cosas nuevas, dice otras palabras. En ese poder de inmovilizar tu gesto, de aquietar la tormenta que se agitaba en nosotros, transporta el escenario, recrea e incluso mejora nuestra evidente impericia para sobrellevar ese momento.

Una fotografía cualquiera es un puente al pasado, otorgándole inobjetable realidad, es un recordatorio de implacable precisión, es un baúl de recuerdos donde reposan las imágenes que nuestra memoria creyó haber olvidado.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Metáfora de una vida cualquiera

Tratar de buscar y en efecto encontrar un elemento que sirva para satisfacer alguna necesidad que crece incontrolable en medio de nuestro pecho tal vez no solucione del todo el problema, tal vez incluso origine un nuevo estado de pasajera, falsa alegría.
Pero a fin de cuentas necesitamos esas pequeñas, diminutas islas de placer para continuar con la cabeza en alto y no aflojar a mitad de camino.
Hay también una posibilidad que esta volátil felicidad deba ser compartida por algún otro personaje que muy probablemente se haga partícipe él mismo de nuestro sentimiento y lo haga propio multiplicando el efecto motivador.
Y si naufragamos en la escasez y la fugacidad del bondadoso efecto reparador no quedará otra opción que entrecerrar los ojos para evitar que la arena nos hiera, ahuecar los brazos en busca de calor y encasquetar bien fuerte el sombrero y seguir con la mirada al frente, sin mirar atrás.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Sobre cómo disfrutar el exilio

No importa la cantidad infinita de horas que uno tiene que viajar para llegar. No es importante que la diferencia horaria sea prácticamente inexistente, aunque estés del otro lado del paralelo más extenso y el agua del inodoro gire hacia el otro lado. No influye que la humedad supere el cien por ciento, que la ropa sea una tela pegajosa y se adhiera porfiada a tu piel y el calor se haga sentir, inclemente.
Nunca se me ocurrió que levantarse a las seis de la mañana sea un factor que arruine la estadía; tampoco el tipo de cambio y menos el idioma, que aún siendo el castellano, resulta bastante intrincado en sus expresiones.

En ciertos lugares del planeta ocurre este extraño pero muy buscado fenómeno: no importa lo estresado que uno llegue, pareciera que los problemas viven lejos de uno. Incluso ese pariente que nos llama solamente para pedir plata o ese compañero de trabajo que no hace más que complicarnos la vida, pareciera que ya no existiesen. La mente se desplaza por un mar pleno de tranquilidad y saludable vacío; el cuerpo parece ya no pertenecernos y se deja llevar sin quejas hacia la arena, rumbo al mar.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Psicología del transeúnte de masas


En las ciudades modernas, por no decir grandes amontonamientos inexplicables de gente, la múltiple diversidad de lugares en los cuales encontrarse a un conocido es increíble: en la fila del pago fácil, en la espera del semáforo, en la góndola de los productos de perfumería del súper, en algún vagón o interno del transporte público, en el escritorio de reclamos de las compañías de servicios telefónicos y hasta a veces te los topás en la vereda del banco. Es decir, menos mal que uno nunca anda haciendo cosas reprobables, tales como pasear en horario laboral o explorando las vidrieras cuando deberíamos estar cumpliendo con nuestros deberes... En fin, sigamos.
Si este conocido ya ocupa un lugar en nuestra rutina, es fácil entablar alguna conversación, algún comentario, tal vez alguna mención a personas conocidas en común. Pero si el rostro solo nos es vagamente conocido y además, lo vemos sacado del contexto en que sí es posible su rápido reconocimiento, pueden ocurrir confusiones lastimosas y a veces dolorosas... Es por demás común decirle un nombre que no es y confundirlo con su primo o directamente pensar que es el portero cuando en realidad es el marido de una compañera de trabajo. De ahí al ridículo, cuando no a la directa metida de pata hasta el cuadril hay una centésima de segundo. En esos encuentros salen a relucir nuestros dotes de memoriosos y relacionistas, asociando parientes, recordando jefes o lisa y llanamente mintiendo acerca de cómo nos acordamos de la cena en que su sobrino se cayó de la silla. A su vez, la conversación suele ocurrir a voz en cuello por lo que se suelen recibir extraños aportes del resto de los paseantes, cosa nada agradable por cierto.
Mucha gente de los pueblos pequeños tiene la fantasía de pasear por una ciudad cosmopolita donde nadie los conozca, pasear sin tener que ir saludando a todos y asumir el anonimato de la masa, nii hablar de aquellos que salen de la mano con una pareja que no es la señora con la que dieron el "si" frente al gordo de túnica blanca y no quieren ser interrumpidos por un encuentro incómodo. Pero estas historias siempre terminan de la misma forma: siempre habrá alguien que comente: ¿A que no sabés con quién me encontré?

martes, 6 de noviembre de 2012

Alma en recuperación

¿Querés saber por qué? Aunque no te guste la respuesta, ¿aún estás dispuesto a escucharla? ¿Y qué pretendés lograr con ella, una iluminación, una sabiduría superior? En fin, no son cosas mías, puedo convivir con lo que soy, con lo que me moviliza. Lo disfruto, me produce una especie de placer mundano, una sensación omnipotente, un poderío infinito.

Todo el mundo hace esa pregunta, “¿Por qué?, ¿por qué?” y estoy convencido que es un poco por envidia y otro poco por morbosidad y no tanto por preocupación o civismo educado. He detectado en muchas miradas, y no es por provocarte pero también la vi en tus ojos, la profunda curiosidad que les provoca no saber lo que es tener el poder de decidir cuándo alguien exhalará el último suspiro. No importa, están tan programados, tan embebidos de límites y prejuicios que no es posible que ocurra, no me preocuparía tanto. Lo que si te podría decir es lo interesante que resulta salir a la calle, pasear por las veredas, sentarse en bares anónimos y mirar, elegir de toda la manada quién podría ser un individuo ideal, entornar los ojos y decidir, éste si, aquél imposible, el de más allá queda en espera de otra oportunidad. La adrenalina fluye, las mejillas se me colorean, lo puedo sentir… Perdón, sé que esto no responde directamente pero tal vez estoy buscando que me entiendas. ¿Acaso la premeditación me hace un ser cruel? No sé, si le das a un ser lo que quiere, si lo que busca con insondable anhelo yo se lo proveo y lo eximo del peso de la culpa, de esa cosa ancestral que mamamos de pequeños que nos hace timoratos y débiles, no lo puedo ver como crueldad. Yo llegué a este negocio mucho por placer pero un poco por necesidad, y si llegó a ser rentable por alguna razón que escapa a mi entendimiento, bueno, eso lo explica todo, ¿no?.

jueves, 25 de octubre de 2012

Literatura, ficción y más ciudades [27]

"Esa tarde de sábado Nagasawa vino a mi cuarto y me dijo que había conseguido pases de pernoctación, que si me apetecía salir con él por la noche. Acepté. Toda la semana había estado aturdido y me apetecí acostarme con una chica, fuera quien fuese.
Al atardecer me tomé un baño, me afeité y me puse una chaqueta de algodón encima del polo. Cené con Nagasawa en el comedor y subimos al autobús en dirección a Shinjuku. Nos apeamos en la animada zona de Shinjuku San-chome y, tras vagar un rato por allí, entramos en el bar de siempre y esperamos a que se acercaran unas chicas que nos gustaran. Aquel local se distinguía porque lo frecuentaban grupos de chicas solas, aunque esa noche no apareció ninguna. Estuvimos allí unas dos horas bebiendo whiskies con soda para permanecer sobrios. Dos chicas con cara de simpáticas se sentaron en la barra y pidieron un Gimlet y un Margarita. Raudo y veloz, Nagasawa se les acercó, pero ellas ya habían quedado con otros. A pesar de ello, estuvimos un rato hablando con ellas distendidamente, hasta que llegaron sus chicos y nos abandonaron.
Nagasawa me propuso probar suerte en otro sitio y me llevó a un pequeño bar apartado de las calles principales, donde la mayoría de los clientes ya estaban borrachos y armando alboroto. En la mesa del rincón había tres chicas sentadas; nos fuimos hacia ellas y nos pusimos a hablar los cinco. La atmósfera era agradable. Todos estábamos de muy buen humor. Pero cuando les propusimos ir a tomar la última copa, ellas dijeron que tenían que marcharse porque les cerraban el portal. Las tres vivían en una residencia femenina. Volvimos a cambiar de local, pero no resultó. Por una u otra razón, aquella noche no tuvimos éxito con las chicas."

Tokio Blues (Norwegian Wood) - HARUKI MURAKAMI

jueves, 11 de octubre de 2012

Crónica de un hallazgo

           Hubo un día en que decidí que la ociosidad en la cual vivía inmerso no era una buena perspectiva para nadie (aunque podría sentarme a discutirlo) y concreté mi inscripción como ingresante a una carrera universitaria, aunque a los pocos segundos de haber tomado ese rumbo de vida lamenté las horas de sueño y modorra que ya no tendría. A rigor de verdad, lo único que cambié fue la posición, ya que en la universidad hubo algunas clases que competían en efectos soporíferos con el Melatol o el Prozac… Pero no nos desviemos del tema principal, quedémonos con la mente tratando de recrear este momento, un último intento de la lucha del hombre (fracasada por cierto) por detener el paso del tiempo, un individuo ya iniciado en la vida mezclado entre una muchedumbre de jóvenes que apenas abandonaba la adolescencia.
En ese escenario se dio comienzo al curso de ingreso, un dechado de pedagogía tercermundista de tres semanas de duración, con matices varios de bibliografía novedosa y mucho gasto innecesario de dinero. Rápidamente, el instinto de conservación de la raza hizo que los especimenes similares se agruparan, evitando así el peligro que entraña el distinto. A pesar del esfuerzo genuino de los coordinadores al momento de organizar pequeñas actividades lúdicas de presentación, los tímidos seguían siendo tímidos y los más extrovertidos copaban la escena.           
En cuanto al curso en sí, había cuatro comisiones en distintos horarios y lugares, cada uno con su grupo de docentes con la responsabilidad de enmendar todas las falencias educativas de doce años de sistema educativo en nueve encuentros de tres horas. Desde una guía de lectura que tenía una lista interminable de preguntas hasta un capítulo de Cortázar fueron desafíos incuestionables; desde una charla con los futuros profesores hasta la redacción de un artículo fueron escollos a superar. En medio de todo eso estaban Carlos y Patricia, dos voluntariosos con alma de remeros; es que nuestra comisión era bastante lamentable y los chicos le ponían mucha pila. Hasta un poema de Lugones nos leyeron para aclarar una frase…
La cuestión se encamina un día en que, luego del repetitivo “Soy Fulano, tengo X años y soy de Tal lado” y el fin de los juegos, cruzo mi trayecto de vuelta a casa con Carlos, quien también regresaba caminando al centro de la ciudad. Desde la facultad hasta la salida de la universidad son aproximadamente cuatrocientos metros en los cuales al mediodía de un verano cualquiera se te abrasan los sesos en cuestión de segundos ya que la sombra brilla por su ausencia. En ese recorrido resumí mi desde ya breve historia y al cabo de eso, él me pidió si no le enviaba una reseña de mis vastas habilidades y experiencias. Cómo no, fue mi respuesta, apurando el paso hacia el ciber con la idea de imprimir un par de currículos.
Resultado de eso, pasadas tres semanas, fueron dos llamados para sendas entrevistas. Y de allí un nuevo llamado para concretar mi flamante incorporación a un staff repleto de mujeres. Cabe resaltar que las personas consultadas para obtener mayor información sobre mi persona han sabido mentir convenientemente aumentando mi nivel a primo segundo del hijo de dios, haciendo imposible la tarea de no contratarme.
Esto recién empieza y yo soy un tipo honrado: si alguien reclama, soy capaz de devolverle lo que encontré y dedicarme a hacer trencitas hawaianas en la plazoleta de El Bolsón. Este hallazgo no hizo más que confirmar una frase que escuché varias miles de veces desde que dije que me venía “para el sur”, aunque el resultado se me demoró bastante. Si alguien decide venirse, no haga nada de lo que yo hice. No es buena idea. Mejor quédese donde está, para qué molestarse, el esfuerzo y las penurias no se ven minimizadas por la recompensa.
Ah, otra cosa. Además de honrado soy agradecido. Flor de botella de tinto se va a ligar Carlitos. Se la merece.

jueves, 4 de octubre de 2012

Crisis emocional

Hay veces que paso de largo. Esas veces voy apurado, con cosas en la cabeza, tal vez hasta llegando un poco tarde al trabajo. Pero en general aminoro el paso, me hago el ocupado en mis pensamientos y hasta simulo escribir un mensaje de texto en el celular. Y tiene lugar el acto...

La escena es siempre la misma. El auto estaciona frente a la guardería de niños, se bajan una mujer y una niña con la intención de ingresar al establecimiento del cual emerge otra mujer con delantal y camperita de hilo. Primero son algunas lágrimas tímidas que bañan las mejillas, los brazos siempre extendidos como buscando refugio, luego empiezan los gimoteos y las palabras que apenas se entienden, ahogadas por el llanto que empieza a ser más ruidoso y por los mocos que asoman por la nariz; la señorita del establecimiento intenta con suaves palabras pero firme tono de voz convencerla de que es lo mejor, que no pasará nada, que más tarde se podrán reencontrar y jugar juntas y otros argumentos que varían de acuerdo a la imaginación de la docente. De a poco va dejando el refugio, el hombro de la docente y ya más calmada recibe ayuda para limpiarse la nariz y secarse las lágrimas, hipando con un poco de vergüenza y mirando por el rabillo del ojo, agradece y se sube al auto rápidamente.

Su hija, testigo de la escena, corre rauda y feliz al interior del jardín para encontrarse con sus amigos.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Muy lejos de mi Formosa natal

Anoche hizo frío, tanto que ni siquiera la pesada frazada tucumana ni el brasero encendido fueron capaces de brindarme calor. Sentía el calambre que la helada me producía en la piel de las piernas, sentía el viento impiadoso ulular fuera de la casilla y pasar dentro sin permiso por entre las infinitas rendijas de la precaria pared de tablones mal cortados. La tierra suelta de la calle sin asfaltar parecía querer entrar y rellenar el piso del baño, la mesa de plástico blanco inclinada sobre la puerta impedía que ésta se golpeara contra la cocina; la única hornalla que funcionaba estaba coronada con una pava de aluminio, tiznada y abollada. En la otra pared, una pila de chapas espera ser clavadas algún fin de semana libre como techo protector.
Afuera en el centro de la toma, se escuchan algunos tiros que por milagro no matan a nadie. La policía llega y recibe piedrazos y abucheos en lugar de colaboración. Todo se dirime entre bandas  rivales como caballeros y a balazos. Me pertrecho con la cobija, como si fuera blindada y pienso que algún día el invierno se va a terminar...

martes, 4 de septiembre de 2012

Y si de cartas hablamos...

 Hola Amigo, perdón la espera pero hay un momento para todo como ud. sabrá.

Hoy es un día difícil, tuve una inflamación en las encías y me duele muchísimo y recién mañana por un tema de regularizar mi obra social puedo ir a ver a un odontólogo, y en el hospital no te dan ni la hora.

Así que me acosté un rato pero no pude descansar, me duele la cabeza más un poco de resaca de anoche que estuve de caravana en la despedida de un conocido que se va a vivir a Córdoba capital. Hacía mucho tiempo que no bailaba tanto; tocó una banda local que hace rock nacional y le hicimos la segunda a morir en el grupete que se había juntado.

Estas semanas fueron de un inconveniente de salud tras otro. La inflamación supongo que se debe a unos corticoides que tuve que tomar para una reacción alérgica muy importante que me dio una camisa nueva del uniforme y que se agrabó con el cloro de la pileta. Pasé noches que no podía dormir de la picazón que tenia, y ahora que calmó eso tengo la jeta como un orangután.

Es posible, como te comenté, que el 25 de algún mes esté por allá para buscar el diploma el 28 a la mañana en la uni, pero no es seguro. Estos de la universidad son tan burocráticos que recién una semana antes pueden decirme si pueden o no hacer la entrega privada para entonces. Te imaginarás que acá con los pasajes no se puede improvisar. Porque la idea es aprovechar un fin de semana largo, es de locos hacer 2500 en el momento que a ellos se les ocurren. Me llamaron la semana pasada para ver si podía ir el viernes, por ejemplo. Son cualquiera. Cuando ya dos veces por teléfono más mail tuve oportunidad de explicarles como era mi situación. Me parece que en realidad no voy a ir un carajo y que me lo entreguen cuando sea otra oportunidad para ir o cuanddo pueda tomarme una semana de vacaciones, no sé.

En el laburo muy bien. Tuve un intento de empezar a trabajar en el municipio como informante turístico. Estuve estudiando para rendir un examen suponiendo que la paga era buena según lo que me habian informado, pero no era tan así. Por otro lado, y esto chito catalano, estoy averiguando si hay alguna buena oportunidad en el Ministerio de Turismo de la provincia a través de unos contactos bastante allegados. Pero eso si se da va a ser para ver recién después de las elecciones. Así que ya me veo en junio o julio en lugar de mandar la mudanza para acá con rumbo a otro lado...

Con respecto a mi mudanza viene atrasada la movida del enroque porque el albañil de la contrucción está jodido así que es cuestión de esperar un poco más. Por supuesto que en casa de mi amiga con sus padres estoy muy bien y contenida pero necesito mi espacio como también necesito liberarlos a ellos de mi.

Tema amores no tengo nada trascendente para contar. El sábado pasado conocí un chico que trabaja de encargado en una oficina del centro de una mega líder empresa de ómnibus de la Patagonia. Le compré los pasajes cuando fui para allá y me hizo un importante descuento “por considerarme simpática”; hicimos contacto por un conocido en común y nos encontramos pero no pegamos mucha onda, si como conocidos pero nada más.

De boludos el mercado de treintones solteros, divorciados, aburridos, etc., está lleno así que por el momento seguimos solari y bien. Aunque me encantaría pegar una linda relación, creo que pronto se va a dar.

Como te decía el otro día, me gustó muchísimo tu carta y me hizo mucho bien. Realmente es gratificante poder formar parte de esos sentimientos, mejor aún compartidos tras tanta larga experiencia de aprender a querernos y conocernos.

Gente de paso en la vida son los más pero fijate….

lunes, 27 de agosto de 2012

El cartero ya no golpea tan seguido

Hoy recibí la visita del cartero y con ella una carta con remitente conocido.
Me generó una inmensa alegría rasgar el sobre, romper esa barrera y en el acto acceder a su felicidad, su intimidad, sus noticias, sus abrazos.

Leer su letra manuscrita algo achatada y de color azul me transportó en un segundo a su labor de estampar en una hoja de papel lo que hubiera deseado contarme con un mate de por medio. La fecha no importa, es de unos días atrás, pero para mí es en este instante en que me apropio de su vida.

Escuchar su voz al leer sus líneas me convence de que todos a la larga queremos estar tranquilos, que se nos cumplan los deseos y quien dice que no, tener un poco de felicidad a lo largo del día.

Está bueno recibir noticias por mail o por mensaje de texto, o por qué no un llamadito rápido por teléfono; sin embargo el sobre con la estampilla, con el sello postal contiene su energía, sus vibraciones y sus sueños.

Navegar en sus pensamientos es una experiencia que la carta con sus garabatos me facilita. Su puño y letra me regala recuerdos además de novedades, pasado además de presente.

lunes, 20 de agosto de 2012

Desquite

Iba con los ojos entornados, castigados suavemente por la claridad del sol de media tarde que entraba por la ventanilla del auto, y pensaba que no había casualidad en nada de lo que le pasa a las personas, que de todo se saca una enseñanza y está en uno aprovechar ese conocimiento extra que la vida se digna proveerte, y me dije que no estaba mal hacer lo que nos hace sentir bien y tratar de olvidar aquello que pesa en la conciencia y que enturbia los sueños.
El Renault 12 aceleró en un espasmo de energía y la sonrisa irónica de Leonardo me devolvió a la realidad, En qué estabas pensando marmota? inquirió en forma poco sutil, En nada contesté con una mentira que luego aclararía, Lo que pasa es que si te cuento te vas a cabrear. Me miró como quien conociendo más de lo recomendable a una persona, penetra en forma casi instantánea en sus pensamientos y me dijo muy serio, Gordo, ni se te ocurra siquiera pensarlo. Al hablarme, giró su cabeza para enfrentarme y hacer ese gesto de pretender intimidar con la mirada que utilizaba en todas las discusiones en que el culpable era el de enfrente. Yo desvié mi atención hacia la rotonda de acceso a Puan que se aproximaba y dije Ya llegamos y empecé a hablar de un amigo y compañero del secundario que vivía por estos pagos.
Pasamos el centro desierto y nos dirigimos directamente al balneario, bajamos todo lo necesario y algo más, encendimos el viejo Johnson 25 y salimos, pensando navegar unos treinta minutos, lo necesario para llegar a la parte más alejada de la laguna, atrás de la isla, es decir el mejor lugar para asegurarnos una buena pesca.
Tiramos el ancla para evitar el gareteo de la embarcación y armamos en silencio las cañas. Pensaba que había evitado el enfrentamiento hasta que lo vi encender con parsimonia un Marlboro y mirando la punta de la línea de pesca me dijo Contámelo todo. Ante el pedido casi imperativo me resigné a entrar en detalles, Ok te acordás hace como tres meses más o menos que nos juntamos a comer un asado, creo que en la casa del Chato, Si era porque inauguraba la parrillera, Bueno la cosa es que me pasó la dirección de un tipo que buscaba un chofer para repartir encomiendas y paquetes y lo fui a ver, necesitaba el laburo y enganché para los fines de semana. Entonces, al tercer viaje tuve que ir a Saavedra a una farmacia a buscar unos bultos, iba a ser un trámite normal pero se complicó porque pinché una cubierta, Eso no es una complicación acotó muy firme, No pará, es que el celular no tenía señal y estaba en el camino viejo y se trataba de llegar a eso de las nueve de la noche para enviar el paquete a La Plata. La cuestión es que no llegué a tiempo... La caña de Leonardo tembló y el reel anunció la presencia de una buena pieza, un pejerrey que lo entretuvo por casi diez minutos, resistiendo con sabiduría la seguridad del pescador. Al terminar, me miró y me espetó casi enojado, Ahorrate los detalles ya se para dónde vas, yo hablé con el que debía recibir ese paquete, estaba realmente muy enojado, era muy valioso el cargamento que llevabas, Si ya sé, lo interrumpí, pero no hubo nada que yo pudiera haber hecho, incluso intenté caminar pero estaba lejos, de todos modos no iba a llegar a la hora que habíamos quedado, recordé en voz baja.
El sol poco a poco caía hacia poniente y mermaba la potencia de su luz y el abrigo de sus rayos y la tranquilidad que había sentido arriba del auto desaparecía y era reemplazada por una inacabada inquietud que me turbaba, que no esperaba de mi amigo. Me empezaba a sentir amenazado, en peligro aunque nada concreto lo hacía palpable. No estaba asustado, me deprimía el hecho de no poder identificar ese malestar, no había nadie alrededor.
Un total de veintiocho pescados engrosaron la bolsa de tela húmeda que habíamos llevado. Era una buena pesca considerando lo tardío de la temporada, hacía calor y no pensé que pudiéramos superar las quince piezas. Calculé eran las ocho y media de la tarde cuando lentamente Leonardo empezó a sacar el ancla del fondo, Lo que pasa Gordo, me dijo, es que arruinaste un muy rentable negocio y ahora se necesita una compensación de tu parte, al mismo tiempo que enredaba el cabo alrededor de mi cuello y me empujaba hacia atrás, Y tiene que ser así, dijo sin dudar aunque con una mueca de nostalgia en el rostro. Yo caí al agua de espaldas y sentí que el ancla volvía a buscar el lodo del lecho de la laguna, arrastrándome sin remedio. Miré para el interior del bote y vi a mi amigo con los ojos fijos en mi palma abierta, no me pareció que sintiera culpa alguna. No hubo lucha ni resentimiento, sino una insoportable sensación de que no valía la pena todo lo que me preocupaba, darle de comer a la tortuga, pagar el alquiler, llevarle flores a la tumba de mi hermano, maldecir al presidente de turno, hacer el amor tres veces por semana, todo eran ahora circunstancias pasajeras, banales, superficiales, nada me haría el favor de desquitarme de esta vida vacía que llevé y que nunca podré rehacer. Aspiré con fuerza el agua oleosa y oscura de la laguna y dejé que me llenara los pulmones.

domingo, 12 de agosto de 2012

Otras ciudades [27]

Pigüé (provincia de Buenos Aires)

Todos añoramos alguna vez volver a ser niños, a ser inocentes. Todos alguna vez fantaseamos con poder ser caprichosos, llorar y patalear sin complejos, torcerle la cola al gato y echarle la culpa al hermano menor o patear una puerta hasta dejarle un tremendo agujero porque tu hermana se escondió después de hacerte enojar. Y hacer una choza en el patio trasero, treparse a los frutales, tirar bombitas de agua, correr carreras de bicicletas en la plaza, jugar al fútbol en la calle con el portón del garage de arco, hacer un pijama party en la casa abandonada de la esquina, tirarse piedrazos con la banda de la otra cuadra, hacer juguetes con pedazos de madera y cartones, jugar al cuarto oscuro, destruir plamobyls y duravits, cortarle el pelo a la barbi de la hermana e imaginar que la bañera es una nave espacial sin sentir que somos unos desubicados o unos grandotes pelotudos.




Ese momento de la vida en que nos soñamos grandes, en que nuestros anhelos se ven lejanos y que no sabemos aprovechar sino hasta que se esfumó tras las hojas del calendario. Y atesoramos figuritas, fotos viejas, revistas destruidas, colecciones incompletas, pretendiendo robarle a la vida ese trozo llamado infancia. No lo logramos, pero por la ventana de los recuerdos nos espiamos y dejamos rodar una lágrima de felicidad.

De a poco el paso del tiempo nos va poniendo más serios y quizás más preocupados, aunque nos deja abierta una esperanza, una posibilidad de volver a ser niños otra vez, aunque sea por un ratito.
Aprovechemosla!

sábado, 4 de agosto de 2012

La mesa maravillosa

El patio del pub invitaba al ocio. Espacioso, con varios sectores apartados de dudosa oscuridad, era un oasis de aire puro en el páramo del vicio. La atmósfera veraniega, sofocante durante el día, encontraba en los pliegues de la pared de revoque grueso un atemperador del fresco de la madrugada. Había en toda su superficie solamente un mueble, una mesa de jardín, de duro plástico y un agujero en su centro. A las cuatro de la mañana de un viernes de un fin de semana que no destaca en el calendario, Lalo, uno de esos personajes asociados a la noche, de pelo largo y peinados rulos se acercó a la mesa, arrimó una silla y con mirada lánguida miró a Cele y Eloísa, invitándolas con discreción.
- Estuve a punto de cometer un error - dijo Lalo con un susurro-. Casi no vengo. Tenía un asado con los preventistas de Lever.
Eloísa sonrió y emitió unos sonidos apagados mientras lo hacía. El vaso lleno de fernet con cola mantenía el equilibrio en su mano derecha mientras que con la izquierda pellizcaba a su amiga. Enseguida vino el Ciego, un noctámbulo que trabaja en la confitería del centro y en sus noches libres frecuenta los bares para mantenerse en forma y se sumó al grupo de la mesa.
- ¿Qué hacen mis bellezas? - casi gritó. -¿Listas para casarse conmigo? - esto fue más como un suspiro mientras se sentaba.
- Eso pasará el día que me crezca la barba - dijo Cele, una rubia preciosa de ojos pardos, con finos cabellos y poco vello en su tersa, suave piel.
- ¡Uy, que maldad! No seas así con el Ciego, rubia - la amonestó Lalo, aunque en su voz se entreveía su satisfacción.
- Recién llego de afuera, vengo de ver al Gurí y me dijo que el lunes es feriado administrativo. ¿Armamos algo para el domingo? - dijo sin más trámite el Ciego.
- Todavía no animamos la noche - dijo Eloísa con evidente animosidad.- Estamos esperando que pase algo.
Estas frases salidas de la boca de esa morocha delgada pero de formas generosas, contundentes, fueron un mazazo en el balance de la charla.
- Ey chicas, ¿qué hacen con estos jovatos? - terció el Coti, uno de los dueños del pub. - ¿Les traigo algo para tomar?
- Algo más de lo mismo. Estamos con mucho calor y sed.- dijo Cele mientras hacía un guiño que vio solamente Lalo.
Al fresco de las bebidas, la charla se animó un poco más, dejando de lado las tensiones. Sin apuro, Lalo sacó un cigarrillo de esos con filtro de cartón y lo encendió cubriendo la llama del viento con su mano izquierda. El Ciego estaba contando una pequeña discusión de clientes en la confitería mientras las chicas lo escuchaban sin interés. De repente, un grupo de chicos salió al patio arrastrando a un amigo que necesitaba un poco de aire fresco. El ánimo de la mesa no se alteró, miraban muy divertidos la escena.
- Las veces que te habrán tenido que sacar así, en ese estado.- comentó divertida Eloísa a su amiga.- De las mías, la verdad que no me acuerdo. -agregó y luego largó una graciosa carcajada que hacía estremecer su generoso pecho, y por consecuencia los globos oculares de los hombres.
- No te hagas la boluda, si el fin de semana pasado terminaste así. - la condenó Cele. - De hecho, podrías hacer un libro, con varios tomos.
-¡Uh, qué bárbaro! Que amiguita que tenés, cómo te mandó al frente.- dijo el Ciego desde atrás de un vaso de cerveza.
- Hay que mantener la dignidad. Y si no se puede, que sea ahogada en alcohol.- Lalo cerró el diálogo con energía.
El patio comenzaba a iluminarse, el ruido era cada vez más lejano. Los ojos cada vez más escondidos tras los párpados. La mesa maravillosa estaba callada, hundidos los pensamientos en el regreso a casa. Otra noche de fin de semana se acababa. Aunque tal vez, lo realmente maravilloso recién empezaba.

lunes, 30 de julio de 2012

Espera

¡Qué angustia y desasosiego genera la espera! Te espero y te demoras. El dial del reloj se despinta con mi mirada posándose sobre él; aún así su marcha es excesivamente lenta, inexorable.
Qué impaciencia siento crecer dentro mío, mis pasos se acumulan uno tras otro pero no me acercan a ningún lado. Y es que parece todo en sintonía para que te espere. Mientras tanto, afuera nubes lentas, las ramas del sauce meciéndose lento y la quietud de la tarde hacen eterna esta espera.
El abismo de mi alma se hace aún más profundo cuando te aguardo, más poderoso. Y me aguarda también, sólo que su paciencia es infinita y su triunfo seguro.
El hueco de la soledad se alimenta de nuestras esperas, de nuestros anhelos; como siempre esperamos más, deseamos más y lo que obtenemos sólo nos deja algo conformes, el hueco sólo se hace más insondable, la soledad más oscura y más vanas nuestras esperanzas.
¡Que inquietud se apodera de mí cada vez que te espero! Salen a relucir todos mis tics inútiles, movimientos rítmicos sin motivo, mirada ansiosa perforando el aire, mis pasos errantes alrededor de las paredes prisioneras, en un circuito infinito.
El tiempo que te espero es la eternidad y el instante en que llegas, otra eternidad.

miércoles, 25 de julio de 2012

Puntos seguros, rostros conocidos


En la búsqueda de lugares de apoyo, puntos familiares y cotidianos, miramos calles, árboles, vientos y temperaturas medias. Buscamos orientarnos en un mundo que busca aplastarnos con su infinitud, abre ante nosotros un mapa enorme para nuestro espíritu de hormiga.
¿Y saben qué buscamos? Rostros cotidianos.
La vecina del frente, con los ruleros y el mini perro en brazos, el abogado de la esquina, lleno de celulares y el pelo siempre peinado a la humedad, el político que nunca se ve pero imaginamos de memoria sus canas y su poblado bigote.
Estos mínimos personajes nos aseguran que estamos en el escenario correcto. Porque podemos equivocarnos de teatro y de golpe, tener un elenco diferente, un decorado desconocido. Y ahí, desamparados, empezamos a encontrar (porque no los buscamos, por lo menos en forma conciente) rostros que nos parecen familiares. Hasta rostros de quienes menos conocemos o apreciamos se aparecen en esa danza caótica de transeúntes ubicuos. A mi personalmente me asusta, mi espíritu sencillo se ve atemorizado por la posibilidad de una intervención canallesca, tal vez diabólica. Pero no puedo evitar encontrarme con ellos, y cuando los veo me sonrío, sólo para ocultar el temor y ganarme su simpatía. No confío en ellos, los rostros cotidianos no logran engañarme, sé que mi lugar no es este, aunque insistan.

martes, 17 de julio de 2012

Cursilerías de la paternidad

Todo brilla bajo el helado resplandor del sol invernal. Un rayo traspasa el ventanal, reposa sobre la espalda del sillón y termina desparramado bajo la pata de la mesa.
Adentro del living atestado de muebles la atmósfera es cálida y así debe ser. Varias mantas descansan sobre el baúl del living y en las camas de ambas habitaciones, uno nunca sabe dónde y cuando las necesitará tener a mano. También pequeños trozos de tela para enjugar cualquier efluvio encuentran asilo en bolsillos urgentes.
A pesar del paso del tiempo, aún siguen viniendo visitas; el ritual es básicamente el mismo: timbre, abrazos, felicitaciones, regalo, mate, charla varia, saludos y despedida. No podría decir que las disfruto, tampoco que me molestan pero a veces uno necesita (en la acepción más vital) de un poco de tranquilidad y silencio. Lo que mi heredera no podrá nunca reclamar es por la falta de presentes, eso no cabe la menor duda.
Todo lo que un padre pueda decir acerca de su vástago podrá ser (y con justa razón) tildado de parcial, el juicio nublado por cataratas de babas paternales impide hacer un despliegue honesto de características, subrayando las enormes capacidades que transformarán a nuestra hija en cualquier cosa sobresaliente que se nos ocurra e ignorando los ya de por sí inexistentes defectos. Los agudos gritos son interpretados como la afinación de una futura barítona (?), los intermitentes llantos pronostican a la sucesora de Andrea del Boca y los dedos largos auguran cualidades innatas para descollar tocando el piano. Toda ella está concebida para arrasar con los corazones humanos, sin distinción de género ni color, sus pestañas curvas hacen un aleteo hipnótico, sus brazos estilizados confeccionados para estrujar la cintura de su padre y sus infinitas piernas vadearán los océanos sin esfuerzo.
Atrás en el olvido quedarán las noches en vela, caminatas alrededor de la mesa aferrado a la esperanza de que sus ojos pronto encuentren descanso y mi cuerpo sosiego. Estas cosas no son más que detalles pintorescos de una relación que se fortalece con cada segundo que transcurre.
Si alguien alguna vez pudiera buscar y no encontrar una definición de belleza, que me llame sin dudar, una foto de Agustina será más que suficiente para simplificar el concepto.
Fuera, la fría noche se cierra haciendo de los transeúntes pequeñas fumarolas de vapor, la luna vigila espectante la ventana de aquel tercer piso, como queriendo compartir un pequeño momento con mi sol.

lunes, 9 de julio de 2012

Literatura, ficción y más ciudades [26]

Día del tercer pedrusco, hora primera - Kalahari

Las llamas relamían, la idea me bailaba. Creo que la entendí por una distracción. Me dejé llevar, pensaba en otra cosa: en dos cuerpos celestes poderosos que tendría que reubicar al día siguiente porque amenazaban con una colisión que no servía, que podía arruinar las relaciones y proporciones de su sector, muy alejado del tercer planeta. Estaba, digo, distraída, y entonces entendí: había sido un día vulgar, no había hecho nada interesante, solo tratar de poner vida común en un pedrusco, pero si concretaba lo que acababa de pensar todo sería distinto de repente. Poner vida era fácil, lo nuevo era acotarla. Cerrarla, definir. Condenarla: incluir en los cuerpos que había organizado la información de que esa vida se acabaría en algún momento: empezarlos con su final seguro. Los bichos, antes, claro, no duraban siempre, pero solo acababan por una acción de afuera: los mataba una piedra, el calor, su enemigo, algún desconocido, otro se los comía, pero ninguno se terminaba por sí mismo. Era una idea.
Por un momento entendí cómo se sienten, a veces, otros. Exultaba. La idea del final de las vidas era brillante, aunque nadie pudiera entenderla todavía. No fue difícil bajar la información y poner en marcha el mecanismo, pero yo misma no podía entenderlo del todo, todavía. El jefe entendió menos: en vez de celebrar, de felicitarme como correspondía, siguió con su rabieta:
 - Más y más tonterías, para qué. A ver si deja de perder su tiempo.

Un día en la vida de Dios - Martín Caparrós

lunes, 2 de julio de 2012

Historia en tres capítulos - Capítulo 3


Lo único que quiero no me lo pueden devolver. 

Él miró su obra y sonrió con satisfacción. No era partidario de la violencia ni los golpes, nunca le gustaron esos inútiles derramamientos de sangre y grandes explosiones de las películas de acción, pilas de casquillos saltando de aquí para allá, eran para él inútiles recursos desperdiciados: para qué tanto espectáculo si con un “enter” se simplificaba todo.
Simple. Ubicó por internet uno por uno a todos los directivos de la fábrica, que ostentaban  otros puestos en otras empresas y gozaban de sueldos estratosféricos; con ayuda de los contactos que se había forjado y un software por él desarrollado les vació sus cuentas bancarias, les canceló tarjetas de crédito, publicó sus biografías, sus direcciones y datos personales, sus “proezas” financieras, desfalcos que dejaron las calles sembradas de desempleados deseosos de cobrarse el vuelto, los citó con diferentes excusas en un mismo lugar, una oficina del barrio más elegante de la ciudad, en un edificio exclusivo (por supuesto, no era su propiedad) y una vez allí, por video conferencia les informó quién era y las razones por las que los había reunido y qué iba a hacer con ellos. Como hacen todas las víctimas que tienen la conciencia sucia, lloraron, gritaron, rogaron de rodillas y suplicaron hasta la humillación. Pero Hernán, con el corazón endurecido por las eternas noches de pesadillas, no prestó atención a esas voces que chillaban piedad. Del sistema de ventilación empezó a salir un veneno que había descubierto en uno de sus múltiples y desagradables trabajos, que penetró poco a poco los pulmones y los dejó con esa expresión vacía, las cuencas de los ojos hundidas y los brazos extendidos, exorcizando de esta manera a sus propios fantasmas. 

lunes, 25 de junio de 2012

Historia en tres capítulos - Capítulo 2


Los sueños más terribles, pesadillas infernales

Con la paciencia infinita que le proveía la sed de venganza, comenzó por desprenderse de todo lo que lo vinculaba con su anterior vida: eso estaba muerto y bien estaba así, lo enterró pero no lo olvidó. Empezó de nuevo, se fue a otro barrio, desempeñó todos los trabajos que nadie quería, limpió letrinas, destapó cañerías e incluso algunas actividades ilegales de vigilancia y traslado de una de las cuales se salvó de la cárcel de milagro; después se embarcó en alta mar donde el aislamiento y las tareas desagradables forjaron aún más su temperamento hasta que desapareció nuevamente en un intento desesperado de querer esquivar a la memoria. Más tarde, se internó en los campos petroleros enfrentando peligros inimaginables, incluso la soledad. Al final de todo eso y pasados unos años, volvió a la ciudad, se fabricó una nueva identidad y comenzó a ascender socialmente, arregló relaciones, cerró sociedades beneficiosas y estableció valiosos contactos, empezó de nuevo una vida que se consideraría normal, convirtiéndose en una especie de Montecristo moderno.
Pero sus noches no tenían nada de normal, pobladas de pesadillas, de venganza y sudores, de muerte sin piedad. En sus sueños, los rostros macilentos de sus padres lo miraban con ojos vacuos y expresión tristísima haciendo que se estremeciera de dolor. Y rencor. Y él, estirando los brazos como queriendo protegerlos les decía que todo iba a estar bien, pero ellos no lo escuchaban, su boca se movía sin emitir sonido y de a poco se borraban sus siluetas, se perdían en la penumbra y no había forma de salvarlos. Todas las noches, sin excepción, la pesadilla lo visitaba.

miércoles, 20 de junio de 2012

Historia en tres capítulos - Capítulo 1


La raíz de toda venganza (y su fruto) es la muerte.

Después del cierre precipitado de la fábrica que pertenecía a los hermanos García Maldini fue como si la realidad hubiera agarrado un tobogán vertiginoso, interminable. Las causas de la quiebra quedaron en duda, se supuso una maniobra para evitar impuestos, de esas que en la historia abundan y los empleados fueron el eslabón más perjudicado.  Juan, un inmigrante de esos que se arremangan para todo, era el sostén de su familia y sus sueños se oscurecieron de pronto cuando el telegrama llegó a su puerta. En cuestión de meses se desmoronó, se rindió al alcohol, un camino que pareció sencillo; más tarde a la violencia doméstica y finalmente a los fantasmas. En tanto su mujer Alicia soportó ver esfumarse sus ahorros que había juntado de soltera, se hizo inmune a los golpes pero no pudo esquivar la tristeza y la soledad; su última esperanza fue desear que Hernancito pudiera olvidar esta desgracia y seguir adelante.

Sus ojos se mantuvieron abiertos, sin parpadear, viendo como la vida escapaba de sus cuerpos, en trémulos estertores, temblores que nunca olvidaría; de esos ojos incrédulos cayeron sin obstáculos dos pesadas lágrimas. Quiso contenerlos pero sus pequeños brazos de niño de 7 años no podían cumplir esa hazaña, de a poco recibían el inevitable frío de la muerte. Su espíritu murió con ellos y desde ese mismo instante comenzó a planear su desquite.

martes, 12 de junio de 2012

Mala manera de pasar un fin de semana

Amanece en el valle, una mañana muy fría y soleada. Las vides soportan impasibles el paso del otoño arrugando sus hojas secas y convirtiendo en pasas las pocas uvas que sobrevivieron a la vendimia estival.
En fila y aferradas a una guía, las plantas de malbec y merlot reciben los primeros rayos de sol a la espera de la poda que pronto los operarios llevarán a cabo; más allá las plantas de chardonnay reciben por goteo controlado la dosis exacta de humedad para que sus racimos generen el mejor varietal.
Pasos trémulos a la entrada de la bodega, vacilantes. El enólogo, embriagado de placer, prepara las botellas que el grupo de ejecutivos catará un poco más tarde; botellas que contienen vino de calidad de exportación serán abiertas y disfrutadas en un almuerzo de negocios. Mientras tanto, en la cocina, el chef realiza el maridaje más exquisito entre los vinos seleccionados y el menú exclusivo sabiendo de la importancia del evento.
Los comensales llegan de a poco de un paseo por el campo. Se ubican uno a uno en la mesa frente a las brillantes copas de límpido cristal; unas tablas de quesos y fiambres variados otorgan a la mesa un aroma campestre. 
El vino tinto comienza a llenar las copas, los aromas recurren a recuerdos para buscar similitudes, los sabores se revuelven tumultuosos sobre la lengua y raspan gargantas delicadas. Los taninos, los sedimentos, los brillos y ese inconfundible color bordó tiñen de exóticos sabores los paladares de los comensales.
Finalmente, el color oro brilla dentro de las pequeñas copas. Dulce uno, un poco más ácido el otro, la calidad y el esfuerzo se saborea en finísimos elixires destilados con sabiduría.
Paseo por el viñedo, hotel boutique, finos vinos y excelente comida: una manera diferente de pasar un fin de semana...

martes, 5 de junio de 2012

Esfuerzo

Es posible que en el tránsito de esta vida tan particular te cruces con ciertas personas que critiquen tus palabras pronunciadas con conocimiento, que cuestionen tus actos por mucho tiempo reflexionados, que se burlen de tus ideales con mucho trabajo apuntalados.
Es muy factible que ante semejantes reacciones te sientas tentado e imitar sus modos desgarbados, faltos de compromiso, porque la palabra escupida sin pensar es el verbo más fácil de usar para rellenar sin mucho esfuerzo huecos de molesto silencio.
Sin embargo, es loable el fatigoso labor de mantenerse firme en sus nobles ideas sin flaquear, sin prisa pero sin miedo de avanzar hacia terrenos inhóspitos, incluso agresivos pero con la seguridad de la templanza definitiva y el advenimiento algo tardío, es cierto, pero merecido, justo, de las verdades durante tanto tiempo enarboladas.

martes, 29 de mayo de 2012

Cómo pasa la vida, rutinaria y circular

Agradeció al empleado de la estación de servicio por la información brindada, aunque con cierta cara de enojo y sospecha, y salió caminando por la vereda destruida del baldío lindero, llegó a la esquina y dobló a la izquierda.

Aún no recordaba las razones por las que creía que ir a ese lugar sería seguro y beneficioso para él, tenía esa rara sensación de estar viviendo algo como en una cinta sinfín, mirar los mismos paisajes, caminar la misma vereda y no avanzar ni un centímetro, aunque hubiera doblado nuevamente a la izquierda.

Le dolía la parte de atrás de la cabeza y tenía en los brazos una sensación de ardor, como si un gato lo hubiera arañado y la herida se hubiera infectado. Sentía un poco de calor, tal vez porque la campera que llevaba era demasiado gruesa para la estación pero por alguna razón inconsciente no se la iba a sacar.

De pronto, lo asaltó una duda. Se quedó mirando hacia el piso, con ojos vacunos. Se palpó los bolsillos y más tranquilo, decidió averiguar dónde quedaba la casa de su primo, una tintorería en la que habían quedado en encontrarse.

Dobló a la izquierda en la esquina y vio adelante una estación de servicio y decidió que allí sabrían decirle dónde quedaba la tintorería…

martes, 22 de mayo de 2012

Lo que dejó el desconsuelo en un vuelo comercial

Del medio salía una columna de humo blanco que oscilaba mecida por la suave brisa. Los pájaros que habían sido espantados primero por el zumbido agudo y luego por el poderoso estampido volvían tímidos a posarse sobre los árboles e incluso algunos más curiosos se acercaron para ver qué había sucedido.

Todavía la tierra temblaba, se podía ver las puntas de los arbustos mecerse somnolientos hasta quedarse quietas y aún algún pequeño derrumbe de rocas sueltas y arenilla se dejaba sentir en el silencioso sopor de la tarde.

En el centro de lo que era una mancha negra pintando un cráter del tamaño de una cancha de fútbol y todo alrededor de él se encontraban partes humeantes, objetos inidentificables que alguna vez fueron útiles. Trozos de plástico, cueros chamuscados, metales retorcidos conformaban una escena apocalíptica, desoladora. No había en esa zona ni un solo pedazo mayor que un plato familiar.

Del fuselaje se adivinaban pequeñas superficies desgarradas; no había quedado ni un asiento completo, restos de telas quemadas y herrajes, algún tramo de cables conectores y cinturones de seguridad adornaban macabros la superficie arrasada. Las cuatro turbinas se habían enterrado en la superficie debido a la enorme velocidad con que el aparato impactó el suelo.

Más allá, algún pantalón de vestir que había estado doblado con delicadeza dentro de una valija ahora yacía sucio y espantosamente solo. Papeles flotaban y giraban sin destino, arrastrados por el aire en movimiento.

Un papel se salvó de casualidad. En él se leían un par de líneas que explicaban todo lo sucedido. Un copiloto que había esperado infructuosamente durante más de veinte años un ascenso se coló en el cockpit, redujo a los pilotos y a toda velocidad apuntó la nariz del avión contra el piso.

martes, 15 de mayo de 2012

Otras ciudades [26]

Playa del Carmen (MEXICO)

Sin saber bien por qué, y sin siquiera haberlo pensado demasiado, lo cual ya es de por sí bastante extraño, de golpe tomé una actitud temeraria. Tal vez, y lo digo de esta manera porque no estoy seguro de que así sea, ya poseía un espíritu aventurero pero nunca tuve oportunidad de realizar alguna actividad que requiera de valentía o siquiera que contuviera un pequeño margen de peligro (subirme a una montaña rusa, que lo hice, no encaja en este tipo de actividades).
Uno no percibe a nivel consciente lo que te puede modificar como persona y como observador del entorno un momento de adrenalina pura, un instante en que el sudor frío te recorre la espina cuando fuiste invadido por ese pensamiento macabro de que todo puede irse al demonio (y a veces lo hace) en un segundo de descuido o exceso de confianza.
Después, todo transcurre normalmente y los temores resultan infundados y hasta te permitís comentar que si hubieras sabido que sencillo era todo, lo habrías hecho antes. Claro, la seguridad de estar sano y salvo pisando tierra firme te brinda esa sentimiento de vanagloria e indestructibilidad tan común en aquellos que terminan estampándose contra el piso por atrevidos.

Por suerte, la pileta, la playa y los cócteles sin límite, hicieron su trabajo de relajación sobre mi espíritu inquieto...

domingo, 6 de mayo de 2012

Papeles sin dueño

El viento y su incapacidad de quedarse quieto siquiera un momento hacen todo el tiempo de las suyas; la suya es menearse de acá para allá, es llevar cosas de un lado a otro y sin permiso de sus dueños.
Y así, encontrar en los rincones prendas huérfanas de piel, diarios con sus lectores amputados, dibujos reclamando a gritos que los terminen de pintar, papeles sin dueño que como último intento de ser leídos salen flameando y rebotan en la cara de los paseantes.
De pronto y sin motivo, empiezan a girar y se mezclan con hojas amarillas que con crujientes lamentos llaman implorantes que las vuelvan a alojar en una rama cualquiera de cualquier árbol, con tal de no estar a merced de ráfagas indescifrables de aire en movimiento. Pero no hay consuelo para esos papeles que reposan efímeros segundos en el piso para luego remontar vuelo en dirección al cielo, siguen buscando un dueño que los encarpete, que los lea y relea en ceremonioso silencio, cubriéndolos con una mirada protectora y no los deje bajo los caprichos del viento.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Un día en solitario

Todo un día solo, sin pronunciar palabra, con la cabeza llena de tortuosos tristes pensamientos, con la escalofriante sensación, cierta, palpable de que algo estaba desencadenado sin poder yo entender por qué esto sucede, sin poder yo entender las razones que lo originaron.

Un larguísimo día sin ver siquiera un rostro, sin ver el brillo de un par de ojos amistosos, sin ver una sonrisa que me alimente el alma y que me saque la precisa idea de un nefasto desarrollo de las cosas.

lunes, 23 de abril de 2012

Aventuras de fin de semana largo

1- El café tomaba temperatura de a poco sobre la cocina a leña; el olor exquisito a pan casero se esparcía incluso hasta la planta alta donde dormían los demás. La casa ubicada en la esquina frente a la terminal de ómnibus despertaba de a poco de su letargo, unos armando sus bolsos, otros preparando el mate.

2- Por la ventana entraba un viento frío que venía del lago que helaba la cocina de la cabaña; ya se sentía en todo su esplendor el otoño cordillerano, en las mañanas frías de cielos despejados y árboles amarillentos. Ella lo miró, la espalda contra el edredón y los ojos cerrados. Se levantó lentamente, tratando de no hacer ruido, buscó sus cosas y sin despedirse, salió en dirección al cerro.

3- Ni bien ella entró en el salón, lo vio conversando con sus compañeros, enérgico y bien plantado, con ese aura de seguridad masculina que la dejaba muda. Buscó entremezclarse entre los corredores que animadamente comentaban la carrera, pero no hubo nada que hacer, él ya la había visto y caminaba en cámara lenta hacia ella. Se le paralizó el corazón, se le llenó el corazón de vergüenza y su rostro se puso rojo al instante.


miércoles, 18 de abril de 2012

Mitología de la cotidianeidad accidentológica

El ojo luminoso, único y fugaz me amenazaba con su mirada, me juzgaba y se venía inexorablemente en animosa cadencia sobre mí. Al mismo tiempo una letanía encantaba mis oídos y paralizaba mis músculos, en una monótona frecuencia. El volúmen, apenas audible al principio, se iba haciendo cada vez más fuerte, amordazando los tímpanos, acallando mi garganta muda, invadiendo esa única frecuencia sónica. Con increíble velocidad el cíclope avanzó desde el fondo de su guarida, rodeado de sombras, sólo guiado por la locura ciega de su único ojo brillante y en un instante estuvo a mi lado, apabullante su luz, intoxicante su aliento, insoportable su voz. Y cuando parecía que el gigante mitológico mostraría su rostro inmundo, porque más cerca no podía llegar sin revelarse, sentí que una zarpa impactaba contra mi brazo, con dureza de metal, haciéndome caer contra el piso, mientras que el que manejaba la moto volaba hacia el cordón de la vereda.

miércoles, 11 de abril de 2012

Literatura, ficción y más ciudades [25]

Segunda parte

Él había sido el único que había salido esa mañana. Iba a mear entre la nieve cuando escuchó ruido de motores y pensó que tal vez se produciría otra Gran Atracción. En el cielo se estaba formando un agujerito de nubes y ya asomaba una mancha azul. Recuerda que buscó un arco iris al este, al sur, al norte y al oeste y no vio nada. Recién se terminaba el amanecer de la isla. Prendió un cigarrillo y caminó hasta la cima del cerro. Meó. Seguía oyendo el zumbido de los motores lejos. Entendió que esa era la última o la penúltima mañana y no le importó alejarse un poco de la pichicera: podría volver cuando quisiera porque ya a nadie le interesaría conocer la entrada del lugar. Se sentó a esperar, escuchando motores. El ruido aumentaba, pero después de unos minutos se interrumpió de golpe. Sería otra cosa de aquella guerra sin explicación.
Siguió fumando: prendió otro cigarrillo con la brasa del primero. Entonces llegaron unos soldados argentinos muertos de sueño. Volvían de rendirse, rechazados. Habían tocado un destacamento inglés a un lado de la estancia de Gilderdale y los de guardia no los quisieron recibir.

Los pichiciegos - FOGWILL

sábado, 7 de abril de 2012

En todas las ciudades hay veredas rotas

Siempre supe que esa niña me rompería el corazón.
Desde la lejanía de su mirada esquiva, desde la inocencia de su vestido con volados, ella estaba destinada a hacerme daño. Caminando bajo los tilos de la rambla rumbo al centro con sus amigas, esquivando las veredas rotas de la plaza, a la hora de la siesta o en la pileta, mirando con desdén las zambullidas mortales que nosotros intentábamos en los trampolines solamente para impresionarla.
Buscándola, me pasaba el día yendo al parque, evitando a mis amigos y sus bromas pesadas.
Otras veces, de tarde, caminaba con el sol en la espalda por baldíos y calles con adoquines, acortando la distancia que había entre su casa y la mía; pasaba frente a su puerta y sin animarme a golpear, seguía de largo hasta la radio para dedicarle esa canción que bailamos alguna vez.
Pasó el tiempo, me humillé de mil maneras, incluso llegué a rogarle y ella, divertida y mirando hacia otro lado, rió con sus voz de cascabeles sin decir nada.
Tropecé con una baldosa suelta de una vereda rota; miré hacia atrás y vi que ocultaba una sonrisa tras su mano. Salí corriendo avergonzado sabiendo que jamás la tendría.

viernes, 30 de marzo de 2012

(Otra) Entrevista con el Intendente

Como la primer entrevista no fue suficiente para saciar la curiosidad de los contribuyentes, aprovecho que dos de ellas, nuevamente GABU y Eleanor se han confabulado (?) para endosarme un cuestionario con el objetivo de seguir intentando desentrañar los más oscuros secretos de este personaje. En esta ocasión, las damas se apersonaron con sendos vestidos livianos de verano, esa tela de lino que hace las delicias del tacto masculino, y un poco a causa de esto las respuestas les parecerán como mínimo extravagantes, sino desubicadas y absolutamente procaces.
Vamos sin más a la desgrabación del material:

- Cuéntenos, como para ir entrando en confianza, 5 extraños hábitos que le adornen su ya colorida personalidad.- preguntó Eleanor con una intención que no pude develar.

- Bueno, no sé si se ajustan a la definición de hábitos extraños -dije mientras miraba ensoñadoramente a las mujeres- pero por ejemplo pongo los billetes de menor a mayor, en orden y con las caras mirando todas para el mismo lado en la billetera; cuando viajo llevo lo menos posible; me gusta caminar descalzo en mi casa... Se me ocurren cosas por el estilo y no creo que califiquen como extrañezas...

- Tenemos una serie de preguntas cortitas, si prefiere... - interrumpió maliciosamente Gabu.

- A ver, no sean tímidas y comiencen, y por favor, no me traten de usted... - cancherié seguro por la localía.

- ¿Cuál es la serie más reciente a la cual se haya, perdón, te hayas enganchado?

- Diría que "The gifted man", me gusta mucho esa historia de personajes omnipotentes que se derriten al final.

- ¿Tenés un capricho cumplido?

- No soy ni fui un hombre de caprichos, es más me disgusta la gente caprichosa. Aunque gustos me he dado y he cumplido deseos, no los calificaría como caprichos.

- Y entonces, ¿cuál es su objeto de deseo?

- Mi objeto de deseo es tener una pared enorme cubierta de libros, una biblioteca diversa con literatura para todos los gustos.

- ¿Cuál es tu sabor preferido?

- Soy dulcero, me gusta el dulce de leche en todas sus variedades: helados, a cucharadas, la tableta Vauquita...

- ¿Y una fruta?

- Sin dudas, el ananá.

- ¿Puede elegir un lugar para visitar?

- Si, debería volver a París, tengo cuentas pendientes con esa ciudad. La vez que fui, fue una visita efímera...

- Entonces, ¿es su ciudad preferida? -preguntaron ilusionadas ambas a coro.

- No, la ciudad que prefiero debe ser pequeña, no más de 20.000 habitantes, para estar tranquilo. Me quedo con mi ciudad natal, una ciudad del sudoeste bonaerense.

- ¿Un lugar para enamorarse?

- Todos los lugares tienen magia suficiente para lograr enamorar a dos personas, aunque depende de la química que hay entre los personajes y ese lugar. Una plaza reverdecida por la primavera, un balcón estrecho, charlando en la mesa de un bar, son lugares absolutamente válidos para el nacimiento del amor.

- ¿Una isla?

- Una isla definitivamente es un buen lugar, como la Isla Zuraita en la Reserva de Usos Múltiples de Bahía Blanca.

- ¿Cuál sería un buen plan para una tarde de otoño?

- Pregunta tramposa... Si está lindo, salir a caminar por una plaza o un parque y si está desapacible, buscar refugio en el fondo del sillón del living.

- ¿Una cadena de TV? ¿Lo mejor de la TV? -preguntó impulsiva una de ellas.

- Miro mucha tele, sobre todo series y deportes. No podría elegir una cadena ni quedarme con un tema en particular.

- ¿Un actor y una actriz preferidos?

- Actor me parece que lo mejor es Guillermo Francella y la actriz, me declaro incondicional de Érica Rivas.

- ¿Cuál es la última canción que se te grabó en la cabeza?

- En ese caso sería "Ladrón de mi cerebro", es que estuve escuchando Los Redondos...

- ¿Una revista?

- Mi revista preferida era TXT, con el inmortal Adolfo Castelo, de la cual tengo casi todos los ejemplares (me faltan solamente los 3 primeros) y una actual, Orsai.

- ¿Un sueño? -preguntó Eleanor con fastidio, decidiendo que al final no era tan interesante como parecía.

- La superación permanente es un motivo de desvelo; mi sueño sería entonces poder dormir algún día.

- ¿Tu último vicio?

- Bueno, eso implica que hubo otros que lo antecedieron. Mi único vicio son ustedes, las mujeres.

Gabu se despierta sobresaltada, mira para todos lados y tarda como un minuto en darse cuenta de dónde se encontraba. Súbitamente dijo:

- ¿Cuál es tu postre favorito?

- Durazno en almíbar con dulce de leche.

- Algo que te molesta mucho es...

- Me enojo mucho cuando la gente se abusa de la amabilidad y generosidad de otro, sobre todo cuando no le hace falta.

- ¿Cuál es tu mayor fobia?

- En el mismo escalón están la sopa, el sol de frente, los clientes pesados, los llamados de mercadeo y la propaganda televisiva.

- ¿Y la actitud diaria para venir a la Intendencia?

- Siempre es la mejor, trato de arrancar positivo, el día en todo caso se encargará de borrarme la sonrisa de la cara.

- ¿Color favorito? ¿Animal favorito? ¿Número favorito? -ya ahorrando todo tipo de construcción gramatical.

- Mi color es el verde y me gustan las aves en general. Tengo varios números pero el 14 es el elegido.

- ¿Qué perfume está usando? -me pareció una pregunta algo atrevida...

- Estoy usando dos fragancias de Hugo Boss, el Bottled y La Bola. Pero para mi cumpleaños falta más de medio año...

- ¿Qué día de la semana le es más simpático?

- El viernes es el mejor invento, aunque soy consciente que toda su valía es porque existe de lunes a jueves.

- Finalmente y gracias al cielo, ¿cuál es su pasión?

- Si nos atenemos a la pasión básica, una pulsión egoísta y efímera, diría que no tengo ninguna, pero adivino que buscan una respuesta más motivadora. Me apasiona escribir, transmitir a los demás mundos irreales, fantasiosos, habitados por personajes factibles o a la inversa, colocar individuos inconcebibles en escenarios cotidianos y crear así una especie de duda existencial sobre la realidad, incluso sobre nosotros mismos...

Miré a mi alrededor, estaba solo y las mujeres se habían marchado.

sábado, 24 de marzo de 2012

Crecer

Ya no estás para estas cosas, querés convencerte de que tal vez te equivocas y tu inmadurez te permite ser tan insoportable.

Pero el ciclo se cierra sobre sí mismo una vez más, repitiendo hacia la eternidad una única sucesión de hechos, la cual no te satisface pero por miedo o por cobardía no te atreves a cambiar.

Ya no estás para estas cosas, te reiteras mentalmente, pensando tal vez si me convenzo, la realidad cambie por otra, no tan dura, no tan terrenal.

lunes, 19 de marzo de 2012

Regreso musical (?)

Aunque mis heridas manos ya no puedan seguir el ritmo de esa hermosa canción, yo igual las seguiré moviendo;
aunque mis dedos encallados no logren arrancar de esa derruída guitarra ni un solo acorde, yo seguiré abrazando con fervor ese fiel instrumento.
Aunque mi cuerpo todo se niegue en forma terminante a bailar al son de la música, yo seguiré tercamente parado en medio de la pista, dejando que esa increíble, mágica combinación de siete notas penetre por mis oídos y arranque de mis ojos agotados una pura, cristalina lágrima de emoción.
Porque a pesar de que el tiempo borre todo rastro, toda huella, la música permanecerá como un recuerdo indeleble reviviendo en nuestra imaginación momentos que jamás se irán de nuestra memoria.
Porque la música es el vehículo que transporta nuestras locas ilusiones hacia un lugar donde se pueden realizar;
es ella la música, la sal de la vida, el condimento que acelera nuestro corazón, la muleta de nuestros sueños inválidos, el libro de cuentos que emociona nuestro espíritu cansado de tanta injusticia.
Porque la música es musa inspiradora, es bálsamo para las heridas, es alegría para la gente, es pasión de multitudes, es reflejo de nuestras emociones, es...
la música es vida en estado latente.